Hoy estuve en el funeral del padre de mi amigo, le ayudé  a traer el ataúd hasta la fosa y lo apoyé moralmente. Pero por sobre todo este luto existía una silenciosa vergüenza, cuya naturaleza estaba en la imposibilidad de cumplir la última voluntad del fallecido.

Él murió repentinamente a los  89 años en su departamento, ante la presencia del portero del edificio que arreglaba cosas en su  casa. El médico que lo revisó, indicó que la muerte se debió a razones naturales, pero el fiscal al poner la carátula de «muerte dudosa»  hizo que no sea posible la cremación por  dos años.  Sin embargo la última voluntad por escrito del fallecido era la cremación.

Entonces, si el médico determinó que la causa de la muerte fue natural, ¿qué dudas podrían caber? La única duda que veo es sobre la capacidad del fiscal. Para el Estado ningún pedo importa la voluntad de la persona. Se preocupa solo sobre su poder total y  si los derechos de una persona fueron violados por un “error” burocrático – no pasa nada.

Ahora no hablo sobre la parte moral de este problema o sobre los  sentimientos de los familiares, tampoco sobre el dinero que deben pagar por el funeral y el  entierro o cuanto más van a pagar después de dos años para su exhumación y cremación, ni sobre el tiempo perdido en trámites burocráticos. Hablo sobre el problema filosófico:

¿qué voluntad importa más: la de la persona o la del Estado?

En mi opinión, el Estado  debe ser sólo para servicio de las personas, pero la realidad muestra otro “servicio”, que todos nosotros somos un parte del personal de mantenimiento del Estado. Y por esta razón nos debemos callar y cumplir todo que nos impone el Estado, en lugar que el Estado se preocupe en  buscar oportunidades con el fin de satisfacer a las personas. Así el fiscal debió habernos pedido que guardemos una muestra de ADN en el banco por si algún día fuese necesario.  Somos  nosotros los que debemos dictar las reglas y condiciones en este tipo de casos.

Pero en el mundo actual todo está en revés y sentimos vergüenza por culpa del Estado.

¡La voluntad de la persona supera a todo!