La historia moderna de Indonesia ha sido bastante tempestuosa. A lo largo de 70 años el país ha sobrevivido todo, desde la descolonización a la ocupación, desde el nacionalismo comunista a una dictadura militar anticomunista, y hasta una especie de democracia, aunque quizás corrupta y nepotista. Todo esto ha influenciado severamente la cultura. Ya sea que hablemos del cine, la música o la literatura indonesia, en todos los casos son vibrantes y originales.
En consecuencia, antes de entrar en una revisión de los desarrollos cinematográficos indonesios, echemos una mirada a su historia política.
Indonesia fue una colonia holandesa hasta 1945 cuando después de una larga lucha por el poder, Sukarno, un nacionalista con fuertes tendencias socialistas, se transformó en su primer presidente. Sus políticas tuvieron un efecto devastador en el desarrollo de la cultura indonesia: instituyó una feroz e intransigente censura contra el “veneno” de Occidente y contra los “imperialismos” chino y japonés. Como resultado, las películas, revistas y libros occidentales desaparecieron completamente del país.
Las políticas económicas de Sukarno eran igualmente brutales: sujetó todo lo que pudo, cerró el mercado, nacionalizó todo lo que se le ocurrió y, además, instituyó represiones draconianas contra los chinos locales. Estos últimos se convirtieron en una especie de chivo expiatorio simbólico para el inepto gobierno nacional-comunista: todo lo malo que sucedía en el país, desde la escasez de agua a las crisis económicas era atribuido a la diáspora china.
Consciente de la importancia del desarrollo cultural, Sukarno intentó forzar a los intelectuales de Indonesia a avanzar en una cultura nacional patriótica singular, en el refugio seguro del total aislamiento de las tendencias occidentales. Como era de esperar, estos intentos fracasaron miserablemente: los fondos asignados a dicha iniciativa una y otra vez se esfumaron en el aire, los intelectuales descontentos se divertían criticando las acciones estúpidas del gobierno y, francamente, no querían tener nada que ver con la visión de Sukarno de la cultura nacional.
Después de un tiempo, cuando el colapso de la economía llegó a la etapa de la escasez de alimentos y la falta de servicios médicos, hubo un golpe militar encabezado por el general Suharto. Él denominó como comunista la época del “Viejo Orden”, en oposición al “nuevo orden” que él estaba a punto de iniciar. Sus ideas económicas eran las de un mercado relativamente abierto, su política era una forma moderada de nacionalismo, y sus puntos de vista culturales eran bastante pro-occidentales, especialmente en comparación con las de su predecesor. Casi la única excepción a su actitud abierta fueron sus estrictas políticas anti-chinas; la guerra fría de Indonesia contra la República Popular China era de un estado inmutable para sus gobernantes militares. En particular, Indonesia fue expuesta a, o tal vez debería decir empapada en, películas extranjeras.
Y así fue que en este conservador y atrasado país con la mayor población musulmana, aparecieron películas mostrando desnudos, películas de terror basadas en el folklore más oscuro de Indonesia, y aún más allá.
Variaciones sobre el tema chamánico son bastante frecuentes en las películas de terror de Indonesia. A diferencia de la tradición occidental, el mal aquí es generalmente derrotado no por un héroe, sino por personajes espirituales alineados con el bien, similares a los adeptos a la Magia de La luz. Esto se puede entender mejor si recordamos que las ideas occidentales de individualismo y los héroes independientes son ajenos a folklore de Indonesia. La cultura y la conciencia de Indonesia son bastante arcaicas y colectivistas; cuando se le pide identificarse con algo, un indonesio es muy probable que nombre a su familia o clan. Así pues, no podía esperarse que el clásico héroe que derrota a las fuerzas del mal pueda echar raíces en el cine de Indonesia.
El ritmo de desarrollo del cine indio durante el gobierno del Nuevo Orden fue no menos que espectacular. Habiendo empezado desde cero, logró, en apenas un par de décadas, superar a las industrias indias y turcas más adineradas y de mayor experiencia, y elevarse hasta el nivel de Hong Kong o Corea del Sur. Hoy en día todo tipo de películas están siendo producidas en Indonesia, desde dramas existenciales a historias de acción o terror.
Aparte de recomendar firmemente al lector ver “Después de la oscuridad” y las dos partes de “The Raid”, no vamos a dar más detalles sobre cualquiera de los dramas o películas de acción. Ellas están fácilmente al mismo nivel (si no mejor) de sus contrapartes estadounidenses o de Hong Kong (sobre todo porque estas últimas se convirtieron en películas atadas a una tradición de crueldad dinámica y brutal, que ya no tienen mucho interés para un espectador exigente). Las películas de terror, por el contrario, son suficientemente únicas e interesantes como para que nosotros queramos revisarlas en detalle.
La cultura de Indonesia tiene sus raíces y está atrapada en la mitología de Indonesia; es sincrética y está llena de un misticismo oscuro. El país es bastante no-homogéneo en los aspectos religiosos, territoriales y étnicos. Así pues, su base cultural está formada por un simbolismo extraño, sombrío y siniestro, y por las prácticas nativas de los múltiples y diversos pueblos y regiones que forman la nación relativamente joven de Indonesia. Los mitos más terribles – los que dieron forma a sus historias de terror – fueron fuertemente influenciados por Kejawen – una filosofía/religión de Java que es en realidad una mezcla sincrética del budismo, el Islam y diversas tradiciones paganas populares. Las creencias y los rituales de Bali y Sumatra también desempeñaron un papel clave en la formación del misticismo de Indonesia. Algunos investigadores van tan lejos como para afirmar que los balineses, por ejemplo, no comprenden la necesidad de separar el mito de la realidad; y que sus géneros literarios no están, como es habitual en Occidente, divididos en cuentos realistas y cuentos fantásticos. En resumen, las tradiciones arcaicas tienen tan fuerte influencia en esta región que los nativos habitan conscientemente su propio “espacio Mito”, lo cual les permite cambiar su entorno cuando en él se inyectan nuevas tendencias intelectuales o culturales.
Esto explica por qué el crecimiento de las películas en un suelo tan rico e inusual es poco menos que increíble. Por ejemplo, una película producida en 1989 por uno de los mejores autores de terror de Indonesia, H. Tjut Djalil, fue llamada “Lady Terminator” (Pembalasan Ratu Pantai Barat). En ella las ideas tomadas del “Terminator” del Hollywood fueron combinadas con la leyenda de Java sobre la Reina del Mar del Sur. El resultado fue tan original como espectacular. La película era desinhibida para las costumbres Asiáticas e islámicas (los emancipados personajes agresivos femeninos mostraban pechos desnudos); ofrecía un nuevo concepto en la trama clásica de Cameron; el estilo de filmación era más teatral que lo que es habitual en Occidente, con una actuación para igualar. El ambiente de la trama es Jakarta, que fue rápidamente expandido y ampliado en los años 80; esta exploración urbanística y los paisajes navales excepcionales confieren gran encanto a la película. La mística implícita y el abuso sexual en los asesinatos de los personajes masculinos (la Dama Terminator se deleita en arrancarles los genitales) convierten a la película en una mezcla única de acción, Explo y horror místico. Realmente es una joya y un placer de ver.
Naturalmente, la cultura saturada de horror de Indonesia no se limita a ese único país, sino que atrae a seguidores en toda esa región. Por ejemplo, una famosa cantante de pop y hechicera, Mona Fandey fue ejecutada en Malasia en 2001. Ella solía combinar el canto y las artes oscuras, ofrecía ayuda mágica a los políticos y otros clientes bien conectados, y practicaba sacrificios humanos. Había sido aprehendida por haber asesinado, junto con su marido, a Mazlan Idris, un ambicioso político de Malasia que se acercó a ella más de una vez en su carrera para asistencia ritual. Curiosamente, la parafernalia mágica de Mona en su trato con Mazlan era un amuleto que perteneció, al menos según ella, a Sukarno. Nunca sabremos a ciencia cierta por qué decidió usar el artefacto de Indonesia, posiblemente su poder arcano fuera más fuerte que cualquier cosa que se encontrara en Malasia, o tal vez sus capacidades particulares estaban de alguna manera conectadas a Indonesia. De todos modos, el resultado, para Idris, fue tan brutal y horrible como era de esperar de los mitos más oscuros de Indonesia. Su cuerpo fue cortado en varios pedazos, parcialmente sin piel y enterrado. Mona se hizo increíblemente popular en el underground contracultural de Malasia, ella es tan venerada entre los satanistas locales como Erzsebet Bathory entre sus fans. Diversos fanzines “black metal” y “death metal” imprimen panegíricos a su memoria, y recientemente tuvo una película llamada “dukun” dedicada a ella. Ella se hizo muy popular en Indonesia también, mayormente debido al antes mencionado talismán, aunque abundan los rumores de que su educación mágica e iniciación tuvieron lugar en ese país.
Sea como fuere. Recientemente, las películas de terror de Indonesia se tornaron algo más racionales, y se inspiran en el favorito concepto Pan-asiático clásico de fantasmas y otros espíritus inquietos. Esto, combinado con la mejora en la calidad de la fotografía y el trabajo de cámara, tuvo como resultado el hecho de que la industria del cine de Indonesia se encontró generando películas que son difícilmente distinguibles de, por ejemplo, las de Corea del Sur. Son menos originales, su encanto y su impulso caótico habían disminuido, ya no son tan exasperantemente y adorablemente desatadas como las creadas en los años 70 y los años 80.
No hay discusión de que la mejor película de terror de Indonesia fue creada en 1981. Se le llamó “Leak / Mystics in Bali”. Esto es lo que sucedió: en los finales de los 70 y en la primera mitad de década de 1980 el país estaba inundado de criminales y de pandillas. El gobierno hizo todo lo posible luchar contra ellos, todos los esfuerzos y el superávit presupuestario fueron a esa lucha. Así fue que la economía y la cultura fueron dejadas prácticamente solas, y sintieron un verdadero surgimiento de liberalismo. Por otra parte, las redadas masivas arbitrarias de detenciones y homicidios cometidos por el ejército, la policía y las organizaciones paramilitares, conocidos como “Pembunuhan Misterίus” (“Los asesinatos misteriosos”) crearon una atmósfera de caos y desorden, lo que sin duda influyó en los productores. De modo que el “Mystics in Bali” es un conglomerado y un reflejo de todas las tendencias socio-culturales de la época, mientras que al mismo tiempo es una película increíblemente fuerte y viril por propio derecho.
La trama, en cualquier caso, es un clásico. Cathy Kean, una etnógrafa “extranjera” con gran interés en lo oculto, llega a Indonesia para estudiar la magia de las “Leaks”. Su amiga la ayuda a ponerse en contacto con una bruja-Leak que la empuja hacia un verdadero torbellino de pesadillas de acontecimientos incontrolables y la usa para hacer avanzar sus malas intenciones. Si me presionan para definir el género de la película, yo diría que es algo entre un cuento muy aterrador y una clásica película de terror. La bruja tiene un gran parecido con Baba Yaga de los mitos eslavos, sólo que sin el endulzado para niños de esta última. Varios episodios eran bastante revolucionarios para una película de principios de los años 80, sobre todo para una película de Indonesia. Por ejemplo, en una escena Cathy vomita ratones vivos y gusanos, escenas que todavía se ven terriblemente fuertes, incluso hoy en día.
La película contiene muchas referencias a las películas de terror occidentales convencionales, lo suficiente como para llevar alegría a los corazones de los conocedores. Hay una escena, por ejemplo, en la que la bruja toma posesión de la cabeza de Cathy, mágicamente la desgarra de su cuerpo, le hace crecer dientes de vampiro en su boca y la hace volar por el aire. Una turba armada con palos y antorchas finalmente logra acaparar la cabeza. Todo esto es una obvia referencia a Drácula que, cuando se enfrenta a una multitud de eternamente sufrientes súbditos suyos, podía convertirse en un murciélago. Este episodio se repite en la mayor parte de películas de Drácula, incluyendo el brillante “Waxworks”, de 1988, en la que Drácula era en realidad acorralado y atrapado.
En resumen: la película se las arregla para combinar un auténtico ambiente de miedo, un maquillaje de alta calidad -para los años 80- (un cóctel adecuado de la mitología nacional y los clichés occidentales), y una sensación general de locura aterradora, en una obra maestra hasta ahora sin igual.
A pesar del anteriormente mencionado cambio de tendencia hacia las películas rentables, impersonales, cliché, Indonesia sigue, de vez en cuando, produciendo películas de terror sin lugar a dudas notables. Por ejemplo, “Macabre” (“Rumah Dara”) de 2009 es un slasher sólido con un fondo místico, completo con los para nosotros ya familiares horrores de Indonesia y los emancipados personajes agresivos femeninos. El gobierno de Malasia prohibió mostrarlo en el país, alegando “violencia excesiva” como excusa.
Hasta donde este tipo de películas llegan, “Macabre” lo tiene todo, realmente. Desde grupos de jóvenes a mujeres inquietantemente glamorosas (que, naturalmente, viven más allá de los límites de la ciudad ” y atraen a los viajeros ingenuos), de la violencia sangrienta al vampirismo, el canibalismo y la eterna juventud. El reparto incluye a estrellas como Arifin Putra, que más tarde se convertirá en el famoso “Raid 2″. Aquí todavía no está completamente seguro de sus habilidades, se mueve y actúa un poco torpe a veces, pero su potencial es evidente para el ojo que discierne.
En “Macabre” vemos la cara nueva, madura de las películas de terror de Indonesia. Dicha cara ya no es tan imprudente e ingenua como lo era antes, y ya no toma prestadas imprudentemente las ideas occidentales, sino más bien las filtra a través de los prismas culturales nativos únicos y originales y nos muestra el resultado de estas reflexiones. Probablemente no veremos otra “Cama de Satanás”, que intentó, con una ingenuidad pueril y conmovedora repetir el éxito de Wes Craven. Y eso es bueno, después de todo, difícilmente podamos esperar también que la industria del cine en rápido desarrollo permanezca para siempre en pañales. Podemos sin embargo, a pesar de los signos preocupantes, aguardar y tener la esperanza de películas más avanzadas y de mayor calidad.