La mayoría de mis lectores sabe sobre «Carne» y «Prolegómenos al libro Carne«, mis libros basados en la investigación periodística de la industria para adultos en países en desarrollo (CEI, Latinoamérica, Europa del Este, región de Asia). Con mucha frecuencia hablé sobre esta investigación, probablemente, tan a menudo que ya he “logrado” agotar a algunos lectores regulares. Sin embargo, me dí cuenta de que casi nunca compartí los pensamientos que me surgieron basados en el contexto de la industria para adultos, los derechos humanos y la lucha contra el tráfico. A lo largo de todos estos años, viví, observé, leí, saqué conclusiones y, creo que, puedo hablar sobre el problema del tráfico y del comercio de esclavos no solo desde un punto de vista jurídico o social, sino también desde posiciones políticas, económicas y filosóficas. De hecho, «Prolegómenos al libro Carne» fue un intento de observar a la industria para adultos, especialmente en sus segmentos delictivos, desde un punto de vista filosófico, basado, por supuesto, en la práctica. A juzgar por las ventas, a los lectores les gustó el enfoque y el libro.
Durante mis viajes por América Latina desarrollé un gran interés en estudiar las realidades de la región y relacionarlas con mis pensamientos multidisciplinarios sobre los grandes conceptos como derechos humanos, antropología, esclavitud, independencia, educación, trata de personas, medicina, eurocentrismo, etc.
Me llamó la atención el hecho, de que en algunos famosos ejes anglófonos y rusoparlantes de la ciencia política latinoamericana dominaba la visión “desde afuera”, imperialista, colonial, sobrecargada por el complejo imperial y postcolonial, y que afecta negativamente la percepción de algunos científicos, políticos e historiadores sobre la realidad latinoamericana y la especificidad civilización de la región. Es decir, sus regímenes políticos, ideologías, características de su historia, conceptos y movimientos socio-políticos, son observados como “secundarios” e “impuestos desde fuera”, a través del prisma del eurocentrismo, marxismo-leninismo o de EEUUcentrismo, privándolos así de su derecho a la identidad. Creo que son ofensivos estos intentos de describir dentro de una percepción eurocéntrica a una región que se representa a sí misma como una civilización original y distintiva. Porque Latinoamérica posee su propio paradigma histórico, que nació durante la lucha por la independencia, ha sido fusionada con las instituciones y prácticas sociales autóctonas y se desarrolló activamente, tanto en los tiempos de construcción del Estado y la formación de las naciones latinoamericanas modernas, como en el siglo XX. Precisamente el siglo XX se convirtió en el más traumático para la historiografía y la ciencia política de América Latina. Durante ese período los Estados Unidos, la Unión Soviética, la condicionalmente «Europa unida» (tanto fascista y comunista como democrática) intentaron probar que los países independientes de América Latina no pueden elaborar su propia metodología histórica nacional, que les priva de subjetividad, que su historia consiste en humillantes oscilaciones entre la dependencia y la pobreza, sus líderes son títeres y que estos países necesitan una custodia externa constante en la política, la economía y la metodología científica.
Quiero hacer otro intento y centrarme en el estudio interdisciplinario de la política latinoamericana a través de contextos como la higiene, el desarrollo de la medicina, en particular, la ginecología, educación, sociedad, fuerzas armadas, seguridad, política, construcción de las naciones, la génesis y las particularidades de los proyectos políticos nacionales, especificidad de cosmovisión de los pueblos autóctonos y prácticas sociales que hacen que la arquitectura de las sociedades latinoamericanas sea única y no se ajuste al paradigma eurocéntrico.
El punto de vista más común en el espacio post-soviético y los círculos universitarios en Europa y los Estados Unidos reduce la historia de la región y afirma la visión ofensiva y racista de que solo los gobiernos latinoamericanos de izquierda poseen subjetividad. En los mismos círculos científicos y políticos existe la opinión de que los gobiernos nacionalistas, conservadores, de tercera vía e híbridos (que son únicos y específicos solamente para esta región) se consideran casi como «cultos del cargo» y se les quitan a sabiendas su derecho a la subjetividad, la soberanía y el derecho a ser considerado en el contexto de una historia latinoamericana autosuficiente. Pretendo dedicar mucha atención a sus análisis.
En este libro procederé del hecho de que los conceptos médicos, sanitarios, sociológicos, políticos y legales (especialmente los actos relacionados con la lucha contra la posesión de esclavos y tráfico, es decir, destinados a la aprobación de la dignidad del individuo) en la región están vinculados filosóficamente a las prácticas políticas de liberación nacional y la construcción de sus propias formas latinoamericanas de ejercer el poder popular y la creación de regímenes políticos auténticos.
Quiero llevar los regímenes latinoamericanos más allá de los sistemas de clasificación eurocéntricos y otros más primitivas como los soviéticas y estadounidenses; también intentar destacar las auténticas estructuras sociales locales que determinaron la arquitectura de los regímenes políticos latinoamericanos y explicar las diferencias entre los regímenes locales y sus análogos europeos. Por supuesto, sin olvidar y ni desvalorizar el papel de los pueblos autóctonos en el diseño de las instituciones civiles y políticas de América Latina.
También incluiré en el libro algunas partes del “Carne” y mis notas interdisciplinarias dedicadas a la historia y sociología de la política latinoamericana del siglo XX-XXI, algunas de ellas fueron publicadas en colecciones científicas de universidades rusas.
Más específicamente, en este libro, voy a describir una variedad de regímenes políticos desde la posición de latinoamericanidad y latinoamericano-centrismo, desde el punto de vista de autonomía e identidad de esta región. Por supuesto, utilizaré el trabajo de investigadores ingleses, rusos y europeos que han escrito en español, pero tomaré de ellos sólo los hechos, tratando de ignorar la «visión externa» tóxica, que simplifica, distorsiona y coloca una región compleja y única en el lecho de Procusto de la doctrina de política exterior estadounidense, soviética o china. Prestaré mucha atención a los derechos de las mujeres y niños, historia de la salud e higiene, progreso de la medicina, educación y el desarrollo del proceso independencista. Creo que después de la declaración de su independencia de jure América Latina está en el proceso de obtenerla de facto. Son dos fenómenos distintos, pero no existe uno sin otro. Quiero centrarme en este largo proceso de liberación y estoy segura que nadie tiene derecho de disminuir, ignorar o nombrar como “secundario” al pensamiento político, social e histórico auténtico, independiente y original de América Latina.
Foto titular por ninholl