Terror: una nueva ronda, una nueva escala
El 18 de enero ocurrió en Colombia un ataque terrorista: un suicida en un automóvil cargado de explosivos hizo estallar la escuela de cadetes de la Policía Nacional en Bogotá, matando a veintiuno e hiriendo a sesenta y ocho personas. Esta tragedia sacudió a todo el país, desde año 2003 no hubo en la ciudad un ataque tan sangriento con explosivos.
El grupo terrorista de izquierda ELN (Ejército de Liberación Nacional) reconoce la autoría de este ataque. Declararon que la operación era legítima «dentro del derecho de la guerra» y que sería en respuesta a las actividades del gobierno de Duque y los militares colombianos, y que además no estaban satisfechos con el sabotaje de los acuerdos de paz por parte de las autoridades. El 20 de enero, las fuerzas de seguridad colombianas impidieron un segundo ataque explosivo más ambicioso. Si en el caso de la escuela de cadetes el ELN utilizó 80 kilos de pentolita, entonces en este caso el vehículo terrorista fue minado con 120 kilos de explosivos. Los expertos han encontrado que el explosivo en ambos casos era idéntico. Esta vez, los miembros del ELN minaron … una marcha civil dedicada a las víctimas del ataque terrorista anterior. El número de víctimas probablemente ascendería a varios cientos de personas, incluida una gran cantidad de niños. Gracias a las acciones de los militares colombianos y oficiales de seguridad, se llevó a cabo la marcha sin problemas. Vean este reportaje fotográfico para tener una idea de a quién el grupo guerrillero de ultra izquierda quería volar esta vez. El presidente Iván Duque, quien participó en esta marcha de memoria con consignas como «la vida es sagrada», el domingo declaró:
Tenemos el corazón arrugado, pero también tenemos el deseo de honrar a estos héroes y honrar su memoria significa rechazar la violencia, rechazar el terrorismo y unirnos como país
Aquí están aquellos que, según estas bestias sedientas de sangre, son «un enemigo digno de muerte». Las vidas que, en opinión de Alemania, Noruega, Francia, Rusia y Gran Bretaña, no valen una «perturbación de la paz» y, en consecuencia, los interrupciones en el suministro de cocaína y niños pequeños para servir a sus «élites». Aquí están aquellos que, debían convertirse en una pila de carne humeante con fragmentos de huesos sobresalientes:
La izquierda, como siempre, actúa de acuerdo con el principio «una mentira, llena de presión fuerte, histérica y acompañada de explosiones: esto es verdad«. Por ejemplo, a fines del año pasado, el ELN «por error» mató al líder indígena (perteneciente al Pueblo Embera Dóbida) y gobernador del resguardo indígena Catru Dubaza Ancoso del municipio del Alto Baudó (Chocó) – Aulio Isarama Forastero. Y esto ocurrió después de la firma del acuerdo de «paz».
El ELN, como de costumbre, dijo: «…lo sentimos, fue un error, pero estamos en el tiempo de revolución y bla bla bla» y sigue contando historias llenas de lágrimas sobre sí mismos pobrecitos y como el gobierno viola el acuerdo de alto el fuego. Los pueblos indígenas y ciudadanos comunes, asustados por una nueva ronda de violencia y terror, huyen de los territorios en los que opera el brutal ELN. Están surgiendo pruebas sobre la aparición constante de nuevos grupos «revolucionarios» pequeños principalmente dedicados al robo, la violencia y la intimidación de los locales.
«Proceso de paz»: fantasías y realidad
Cuando en Colombia comenzó el proceso de «Paz con las FARC», quedó claro que esto no terminaría bien. La opción más obvia fue una división dentro de la extrema izquierda en dos grupos principales: los «moderados» (son ex revolucionarios ricisitos cansados de explotar y violar, deseosos de formar una familia y ocupar un sillón bajo inmunidad parlamentaria ) y los «radicales» que rechazarán el proceso de paz y acusarán a los moderados de conformismo y traición de los ideales de la revolución.
Como resultado, los moderados se sentarán en escaños del gobierno, y los radicales … continuarán haciendo lo que hicieron antes de la división: volar, robar, violar, matar, esclavizar y apoyar-servir a cualquier anfitrión suficientemente rico y sin principios: La Habana, Teherán, los talibanes y, después servir de “preservativo” militar para cualquier cliente extranjero que uno pueda imaginar, hablando, sin sonrojarse, sobre sus «principios inflexibles» y su «lucha por la independencia».
El concepto de la Independencia en la representación de la izquierda títere latinoamericana (por ejemplo, colombiana, nicaragüense o cubana) se entendió desde la época de las revoluciones cubana y sandinista como: «ser un país independiente es ser una cosa que está de acuerdo con todo, rogar dinero, lista para llevar a su gente a la guerra y servir a cualquier maestro… excepto a Gran Bretaña y los Estados Unidos, porque hay principios revolucionarios sólidos«.
Volviendo a la escisión en el campamento terrorista colombiano, cabe señalar que esta división entre “moderados” y “radicales” sería en gran parte simulada, porque después de un patético divorcio ambas mitades (militantes radicales y «comunistas legales» moderados) continuarán cubriéndose y asegurándose entre sí, logrando cada vez más poder y tomar el control de todo el tráfico y producción de drogas en el país.
Motivos para el optimismo tímido
También había una opción optimista. Concluyó que el nuevo presidente de Colombia, «una caja de sorpresas» Iván Duque, comenzará a reducir el «proceso de paz» iniciado por el ex presidente Juan Manuel Santos. Quien antes de convertirse en presidente, se desempeñó como ministro de defensa del famoso presidente Álvaro Uribe y tenía una reputación de «halcón» y un feroz enemigo de la extrema izquierda. Al comienzo de su presidencia Juan Manuel continuó con la política de «halcón» y la línea uribista, por ejemplo, apoyó las actividades militares y logró un éxito significativo: los militares colombianos eliminaron a Alfonso Cano, el jefe de las FARC.
Pero las cosas cambian y en un día Santos se dio cuenta de que era un verdadero europeo y un hombre del mundo y comenzó un proceso de reconciliación con los ultraizquierdistas. Después del referéndum, donde los colombianos votaron contra la paz con las FARC, Santos volvió a actuar como un verdadero líder europeo y simplemente ignoró la decisión «equivocada» de la gente.
En las últimos elecciones de Colombia Álvaro Uribe ya no apoyó la otra candidatura del «halcón», sino la de Iván Duque que es poco conocido y sin gran experiencia política particular. La nación colombiana confirmó una vez más que la buena memoria de Uribe está viva y votó por su protegido. Después de la tragedia en la escuela de cadetes, Iván Duque declaró que el ataque terrorista fue un ataque a toda la sociedad colombiana y que no quedaría impune. Me temo que esta amenaza quedará en el aire, porque para cumplirla suficientemente el presidente debería no solo lograr la destrucción completa del ELN, sino además romper los acuerdos de paz, cerrar las embajadas y consulados de Alemania, Rusia, Noruega, Gran Bretaña y Francia, expulsar a sus empleados del país y nacionalizar todas las propiedades que pertenecen a estos estados en Colombia.
Reacción internacional
Los europeos, incluyendo los postsoviéticos, como de costumbre se pusieron del lado de sus mal educados «gemelos de clase» distribuidores: terroristas, escoria, violadores, invasores, drogadictos, civiles asesinos y degenerados. Por ejemplo, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia declararon que incluso después del ataque terrorista y la prevención de un segundo ataque terrorista a gran escala, no se puede hablar sobre una respuesta de fuerza contra el ELN, ya que «la paz» es más importante.
Sin embargo, hay buenas noticias: Interpol reactivó las ordenes de captura con los jefes del ELN. Brasil, Estados Unidos y Chile apoyaron apasionadamente a los colombianos. El primero y el segundo, porque tienen encabeza de su gobiernos personas decentes que no pierden la cabeza con las palabras «premio de la paz» y no cambian su opinión con un chasquido de dedos. De repente, el apoyo emocional de Chile probablemente se produjo porque recientemente hubo un conflicto similar entre Chile y Francia.
En 2018, Francia brindó asilo a Ricardo Palma Salamanca, militante de la organización terrorista Frente Patriótico Manuel Rodríguez, quien está acusado de asesinar al senador Jaime Guzmán Errázuriz, secuestro y fuga de la prisión. Guzmán fue asesinado en 1991 durante el gobierno civil democrático, cuando la junta militar ya era una cosa del pasado. Salamanca estaba en una prisión de alta seguridad en Chile, de donde huyó en 1996 con la ayuda de cómplices del mismo terrorista FPMR. Cuando Chile exigió que Francia lo extraditara en 2018, ella le otorgó asilo político. El ministro del Interior de Chile, Andrés Chadwick, declaró que esto fue un error por parte de la justicia francesa. Al conocer el precio de la justicia francesa y los valores europeos, los chilenos se empaparon de la situación en Colombia y adoptaron una postura firme sobre el ELN.
En mi opinión, las autoridades colombianas deberían ser duras con los ultraizquierdistas y dejar de convertir a su país en un laboratorio- polígono para los cárteles de la droga y los criminales cubano-venezolanos. Proseguir con la política de apaciguamiento hacia los terroristas que atentan contra los colombianos durante el proceso de «reconciliación» es inaceptable.