En el último tiempo, la situación sobre Venezuela capturó nuestras mentes y provocó un verdadero florecimiento de versiones de los hechos ocurridos, desde “empieza la nueva guerra fría”, “invasión rusa en Venezuela” hasta las teorías abiertamente conspirativas (sobre un complot de la masonería encabezado por Juan Guaidó, o la conspiración de EEUU para tomar el poder en Venezuela). En mis artículos anteriores traté de aclarar las características principales y los métodos de la política exterior rusa y sus consecuencias. Hoy vamos a tratar de ver el papel ruso en el conflicto de Venezuela.
En las situaciones de conflicto el actual gobierno ruso, similar a la época soviética, no está actuando abiertamente y con posibilidades de seguir sus pasos a través de los medios masivos. El caso de Venezuela no es una excepción. Vladimir Putin y su gabinete explican su posición oficial sobre esta crisis económico-política y social solamente como «el apoyo a Nicolás Maduro, como presidente electo actual», sin aclaraciones sobre detalles de “este apoyo”. Pero hay un viejo dicho: él árbol se conoce por su fruto (Lucas 6:43-45), por eso vamos a ver los hechos del gobierno ruso.
Uno de los más importantes es la ruta del oro venezolano. El 31 de enero de este año el diario ruso opositor “Gazeta Nueva” publicó los resultados de su peligrosa investigación periodística sobre una operación para el transporte y venta del oro venezolano el 29 y 30 de enero.
Recordamos que el Reino Unido le negó a Nicolás Maduro retirar mil doscientos millones de dólares en oro del Banco de Inglaterra. Pero esto no detiene a Maduro a seguir vendiendo el oro como otras riquezas de su país. Una investigación realizada por “Runrun.es” muestra como los jerarcas del régimen venezolano para enriquecerse practican desde hacer varios años la explotación y el tráfico ilegal del oro venezolano. Incluso la muy tensa situación en el país no los detiene. Aunque si no se detuvieron por la sangre de su pueblo en busca de lucro, ¿los detendría la opinión internacional?
Según la investigación de “Gazeta Nueva” el 29 de enero 2019 una parte de la reserva de oro de Venezuela, que estaba almacenada en Moscú, fue llevada en un avión de carga Boeing 757 a Dubái y vendida allí. Después de eso, el 30 de enero, el Boeing 757 (de la aerolínea rusa “E-Cargo”) entregó el dinero de esta venta a Caracas. En enero de este año, el cargamento Boeing 757 E-Cargo voló dos veces desde Moscú a Caracas y aterrizó en Dubái, dijo el periódico ruso.
“Gazeta Nueva” logró descubrir que en enero de 2019 había alrededor de 30 toneladas de oro pertenecientes a Venezuela en las bóvedas del Banco Central de Rusia. El precio de mercado de 30 toneladas de oro es de unos 1.200 millones de dólares. Casualmente, Nicolás Maduro el 30 de enero dijo que estaba destinando mil millones de euros al programa para “embellecer” las ciudades de Venezuela.
En este tipo de coincidencias ya nadie cree. Varios estados coinciden sobre la situación de la venta del oro, pero tienen diversas opiniones sobre la cantidad del oro vendido. Por eso el Gobierno de Donald Trump ya prometió las sanciones a quienes compren oro o petróleo venezolano. El asesor de seguridad, John Bolton indicó:
Mi consejo a los banqueros, brókeres, operadores (bursátiles), intermediarios y otras empresas: no negocien en oro, petróleo u otras materias primas venezolanas que la mafia de Maduro está robando al pueblo venezolano. Estamos preparados para seguir tomando medidas
Este negocio ilícito en Venezuela tiene una historia larga donde confluyen intereses de los políticos corruptos de varios países (Venezuela, Colombia, Rusia y etc.), mafias, mineros furtivos, “garimpeiros”, traficantes, guerrilleros colombianos y militares dedicados a negocios ilícitos.
Uno de los pasos más significativos que «ayudo» a esta venta de la Patria, fue un proceso de nacionalización de la industria por parte de Hugo Chávez en 2011, con la intención oficial de diversificar la matriz productiva en Venezuela para no depender tanto del petróleo y terminó según lo previsto con el crecimiento de los negocios ilegales.
Pero en la situación actual sobre la venta del oro venezolano por Maduro hay un aspecto muy importante: ¿a través de quien el régimen totalitario venezolano vende ahora el oro robado a su pueblo? ¿EEUU? ¿Nuestros países vecinos de la región? No. Solamente Rusia presta sus aviones para este “servicio” ilegal y amoral.
¿Posiblemente Rusia ponga en riesgo su reputación porque realmente adora el régimen Maduro o le preocupa las vidas de sus hermanos venezolanos? Lamentablemente no. Más abajo voy a publicar las citas de algunos políticos y personas públicas rusas, que fueron publicados por los medios masivos estatales (no opositores), que reflejan la actitud real de los actuales estadistas rusos hacia los venezolanos. Ojo, son citas oficiales de personas que cumplen un papel muy especial en el espacio público ruso censurado, son “megáfonos” que expresan públicamente los intereses y opiniones de algunos clanes políticos poderosos. Es algo muy común en el sistema oscuro y corrupto en Rusia.
El 24 de enero el diputado de la Duma Estatal (cámara baja) desde el año 1993, Vladímir Zhirinovski, miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, seis veces candidato presidencial, fundador y presidente del «Partido Liberal-Demócrata de Rusia» (ЛДПР), dijo en el central canal de televisión federal «Rusia 1»:
Cuando docenas de aviones Tu-22 vuelen a Venezuela y naveguen su espacio aéreo, les aseguro que ningún país se atreverá a aparecer, si los submarinos flotan al frente de Venezuela y si llevamos nuestras tropas
El diputado agregó que muchos venezolanos están en contra de Maduro, pero esto no debería detener a Rusia. Según él la Federación de Rusia debe enviar a Venezuela, incluidos los militares que cumplan condenas por delitos:
“Tenemos muchos hombres que quieren pelear. Si no les damos una oportunidad legal para pelear, entrarán en casos clandestinos. Aquí hay un ejemplo simple: fueron arrestados (nota: por casos de corrupción) los oficiales de alto rango de policía del distrito de Chekhov de la región de Moscú. Así que vamos a juntarlos a todos en todo el país! Tenemos las colonias (nota: tipo de instituciones penitenciarias en Rusia) llenas de tales oficiales. Vamos a utilizarlos como fuerzas especiales, compañías militares privadas, y ellos establecerán el orden en cualquier lugar”.
Zhirinovski agregó que se puede crear los batallones de castigo para ayudar a Maduro:
Los castigados siempre combaten rápido. Si les prometimos la tierra y «esposas» locales ser muy bueno. Allí es cálido, déjalos allí haciendo el crimen organizado, pero no aquí. Limpiemos el país (nota: Rusia)
– resumió el líder del Partido Liberal Demócrata de Rusia.
El 25 enero Eduard Limónov (escritor y político ruso, fundador y líder del Partido Nacional Bolchevique (ilegal desde 2005 y posteriormente auto disuelto), presidente del partido «La Otra Rusia» y activista por los derechos constitucionales en Rusia) en su página web publicó sus recomendaciones bajo el artículo “¿Qué haría yo en el lugar de Maduro?”:
¿Qué haría yo en el lugar de Maduro? Intentaría arrestar y llevar a este Juan (Guaidó) a un lugar desconocido. Y que esto sea hecho por terceros. Porque allí todo depende de él, no será él, no habrá problema. No es fácil de hacerlo (lo guardan), pero es posible
¿Sentiste el nivel de “amistad” que muestran estas figuras públicas? Simplemente es absurdo. Imagínate si en un día algún de nuestro políticos, por ejemplo, Elisa Carrió diría algo tipo “en el conflicto entre Rusia y Ucrania, no reconocimos Vladimir Putin como presidente legítimo de Rusia y por seguridad del presidente ucraniano Petro Poroshenko vamos a enviar nuestros militares y personas que se encuentran en prisión, para que ellos “toman la tierra y esposas rusas” y ayuden a nuestro amigo Petro en la construcción de la democracia en la región”. Simplemente parece inapropiado y poco ético.
La Leyenda Blanca sobre la URSS, común en América Latina, es, por desgracia, solo una leyenda. La URSS, como cualquier otro estado imperial, poderoso con ambiciones mundiales, veía a la Latinoamérica como su plataforma y esfera de influencia, pero nada más. Los soviéticos, al igual que los estadounidenses y los europeos, no estaban interesados en el bienestar de la población local o el único «paisaje» cultural e histórico de la región. Solo le interesaban sus propios intereses militares y económicos, la oportunidad de vender armas, poner sus bases militares en el extranjero y adoctrinar las ideas locales con las suyas y hacer que estos países sean financieramente dependientes de la URSS.
Incluso en los años 90, cuando el propio paradigma soviético colapsó, Rusia no pudo elaborar un nuevo concepto de política exterior, y al principio se «calló» y luego pasó a realizar la «Doctrina de Primakov«. Yevgueni Primakov era un hombre de la antigua escuela soviética, jefe del Servicio Central de Inteligencia de la URSS (1991), director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (1991-1996) y Ministro de Relaciones Exteriores desde 1996. Combinó las viejas y rudas estrategias de la inteligencia soviética y los desarrollos del aparato ideológico soviético con otras más complejas, asociadas con sólidos contratos monetarios y creando la ilusión de libertad, tácticas diplomáticas del Ministerio de Relaciones Exteriores.
La Rusia de Putin continúa desarrollando la «doctrina de Primakov», simplificándola aún más. Si las doctrinas de la política exterior soviética y de Primakov parecían estrategias políticas de pleno derecho, entonces la política exterior llevada a cabo por Sergey Lavrov y Vladimir Putin ya estaba firmemente corrompida y se vinculó con el narcotráfico, el apoyo al terrorismo, la creación de fuerzas paramilitares internacionales y la intervención agresiva, incluso militar, de ser necesario.
El resultado del trabajo de la Federación Rusa moderna sobre los «borradores» de la política exterior soviética, imperial y antioccidental fue Nicolás Maduro, Cristina Kirchner y otros líderes inapropiados que estaban llevando a sus países a la pobreza y disparando a personas no deseadas como en un coto de caza.